PINTURAS NEGRAS

EUGENIA VIÑA

“El sueño de la razón produce monstruos. La fantasía abandonada de la razón, produce
monstruos imposibles: unida con ella, es madre de las artes y origen de sus maravillas”
Francisco de Goya

La obra de Eugenia Viña pone de manifiesto el esfuerzo del artista por enfrentar sus propios miedos. Al igual que en la producción de Goya, su representación pictórica fusiona y establece una relación entre lo siniestro y lo bello.

Nacida durante la Pandemia, la serie “Pinturas negras” alude desde el título al genio español, quien plasmó sus inquietantes visiones personales como testimonio macabro y melancólico de la condición humana. El corpus de obras de Viña que se puede ver en esta muestra podría ser leído como una suerte de homenaje a Goya, no sólo por su título homónimo, sino también por la impronta subrepticia que expresa los límites de la razón y sus secretos.

En esta serie, lo irracional se abre paso y gobierna -casi de modo metódico- toda la imaginería fantasmagórica. Lo irracional invita a una danza donde la subjetividad, lo enigmático y lo arquetípico se adueñan de lo pictórico. Un auténtico estallido de caprichos que -paradójicamente- no remiten ni a la violencia ni a la oscuridad. Cada imagen se baña de colores saturados que inauguran una poética cósmica, originaria, primordial. Todas las “Pinturas negras” de Viña comparten la llamativa cualidad de que por medio de colores intensos y vibrantes nos hablan de esas otras realidades vitales, que exceden la racionalidad y en cierto sentido, el límite de lo humano. Perros, plantas, savias y flujos orgánicos se despliegan en sucesiones cromáticas.

La marcada experimentación con los colores y con las pinceladas expresivas (usados de manera compulsiva y sin la menor relación con lo real), recuerda inevitablemente a esos artistas fauves, que en 1905, impusieron el uso salvaje de la pintura con la determinación de hacer arder todas las normas preexistentes.

Viña, como en un ritual mágico, plasma seres imaginarios que hipnotizan al espectador desprevenido. El fondo negro es sólo una excusa. Kandinsky afirmaba que el color negro “es el color de la más pura tristeza, por lo que es apagado e inmóvil. Evoca la muerte, la nada tras apagarse el sol. Es el silencio, la pausa completa tras la que comienza otro mundo.” Sin embargo, en esta serie, la artista hace estallar el color con ímpetu dionisíaco, como queriendo romper con el mutismo y el silencio de la oscuridad y el aislamiento. La libertad se expresa en el irreverente juego cromático, en el exceso, la sexualidad y una orgía de colores insaciable que deja a la imaginación su lugar de preferencia.

Esta exposición abre un diálogo con lo emocional, con lo intuitivo, que no aspira ni a la belleza ideal ni a captar la realidad del mundo. Es una invitación a transitar el infierno colorido de los espíritus que habitan en la oscuridad del hombre y su tiempo.



Verónica Parselis

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