LA CONSONANCIA DE LOS LÍMITES

KARINA CHECHIK

“A las sombras, los sueños y las formas
Que tejen y destejen esta vida”
(J.L.Borges, Límites, 1960)

Los cuadros que se exhiben en esta muestra parten siempre de un registro fotográfico de lo real que es luego intervenido plásticamente por la artista. Por su condición técnica de repetición y reproducción, la base de los trabajos queda sometida a lo que en términos benjaminianos denominaríamos la perdida del “aura”: “el aquí y ahora irrepetible de una lejanía”. Chechik interviene las fotografías con gestos únicos y originales, interrumpiendo la lógica inicial de la reproductibilidad. A través del signo auténtico y la astuta huella pictórica pareciera devolverles el “aura” perdida. Las obras recuperan así el valor cultual, y como en un rito primordial, invitan al hombre contemporáneo a contemplar (se) como si fuese la primera vez.

El vínculo de la obra de Karina Chechik con el mundo de Borges no es algo nuevo ni reciente. Desde su producción temprana (impregnada de literatura, versos y una Buenos Aires mítica) ronda los tópicos del gran escritor: el sueño, el laberinto, el tiempo, la arquitectura de caracol del pensamiento borgiano.

Esta exposición no pretende ser un recorrido total de su producción, sino una evocación de su visión poética y arquetípica sobre los espacios. En la selección de obras propuesta, lo urbano dialoga con lo natural, borroneando los límites estrictos y precisos. Como en un sueño, Chechik fusiona los escenarios aparentemente dicotómicos de la ciudad y de la naturaleza, entrelaza lo humano y lo dado, como en un proceso dialéctico que logra sintetizar el pulso de sus vivencias. La ensoñación se refuerza en los cielos, en la atmósfera brumosa que invade los espacios. Pliegues y torsiones, el tiempo que fluye instante, como la onírica resonancia cíclica de la naturaleza y la vida.

Las imágenes nos convocan a transitar, a perdernos en la intrincada experiencia del caminante. El observador deviene cómplice de la mirada del artista, tanto del flaneur perdido en los ritmos de la ciudad como del pausado andar entre vegetaciones, laberintos y sombras. Demorarse en el viaje se transforma en método experimental, en deambular fructífero que habilita la profunda interrogación por el misterio del tiempo. Desde ese ángulo, se logra asumir la condición de homo viator en donde el viaje se vuelve instancia espiritual y recuerda la fragilidad de la existencia. De este modo, los cuadros de esta muestra hacen eco de las palabras de Borges: “ el arte debe ser como ese espejo / Que nos revela nuestra propia cara”1.



Verónica Parselis


1 Borges, Jorge Luis. Arte poética, 1960.

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